La filosofía en el país del espejo
Por Leonardo Moledo
–Acá tengo La filosofía detrás del espejo. Estudios metafilosóficos.
–Sí, es una empresa que emprendimos entre varias personas que nos dedicamos a distintas cuestiones dentro de la filosofía. Lo que nos unió fue una pregunta: ¿qué es lo que la filosofía puede decir sobre sí misma? De manera sencilla, eso es la metafilosofía. En otras disciplinas, cuando suelen preguntarse acerca de sus presupuestos, lo que hacen es mudarse a la filosofía (entonces tenemos la filosofía de la ciencia, del arte, del derecho). Pero en el caso de la filosofía, cuando trata de ver cuáles son sus presupuestos, se produce una especie de círculo, no sé si virtuoso o vicioso. Esa es la peculiaridad de los estudios metafilosóficos. Lo interesante es que muchas veces, cuando la filosofía se pregunta acerca de sí misma, lo hace sin querer: los filósofos se hacen esas preguntas casi involuntariamente. La idea de nuestro trabajo es tomar a algunos filósofos importantes de la historia de la filosofía occidental y, a partir de sus textos, contestar la pregunta. Usamos la metáfora del espejo a la manera en que aparece en el libro de Carroll: Alicia trata de atravesar esa imagen que le devuelve el espejo y explorarla. Nosotros quisimos poner a la filosofía frente al espejo, y meternos y explorar qué es la filosofía para Platón, para Kant, para Heidegger o para Wittgenstein. El último trabajo, de Robert Brandorn, se pregunta directamente acerca de su propia producción filosófica.
–¿Y hay respuestas?
–Bueno, algunas hay. Pero no es una respuesta unívoca: los textos nos devuelven múltiples imágenes de la filosofía. Yo voy a contar un poco detalladamente lo que tiene que ver con la primera parte del libro, que está relacionada con Sócrates o Platón. En el caso del estudio de Sócrates, a cargo de Oscar Nudler, se aborda el problema sobre la filosofía inquiriendo por el lugar que ocupa en el plano social, político y simbólico. Lo que él trata de demostrar es que la filosofía socrática podría definirse como una filosofía atópica, una filosofía del no-lugar. Sócrates aparece muchas veces caracterizado por estar fuera de lugar. Sócrates (y ésta sería la tarea del filósofo) se ubica por un lado afuera del universo social y político pero, por el otro, sirviéndose de los recursos que ese ámbito le ofrece. Por eso él habla de que el filósofo es un personaje que se encuentra siempre en el límite. Está por fuera de ese ámbito (religioso, ético, político) porque lo está criticando, y por otro lado está dentro de él porque se sirve de esos recursos. Y eso permite explicar muchas cosas raras de la filosofía socrática que han señalado diversos intérpretes.
–¿Por ejemplo?
–Algunos dicen que es democrático y otros, un oligárquico; algunos dicen que era un sofista y otros, un antisofista; algunos dicen que era un hombre religioso y otros que no. Al verlo desde ese nuevo punto de vista, se puede ver que ambas cosas son ciertas. Está adentro por un lado y afuera por el otro. Está proponiendo una tarea de revisión permanente de los presupuestos, que es la tarea por antonomasia del filósofo. Lo interesante del libro es usar esto para mirarnos a nosotros mismos como filósofos y cuestionar nuestra práctica.
–¿Y Platón?
–Hay tres trabajos. Tenemos dos trabajos de dos de los platonistas más reconocidos del mundo: Thomas Robison y Richard Parry. Ellos resumieron qué es la filosofía para Platón a partir de una conclusión de sus estudios. Se trata de trabajos inéditos. Lo que Robison trata de demostrar es que la filosofía platónica se funda en una serie de presupuestos de los cuales Platón no es del todo consciente, por ejemplo que los términos generales tienen referencia, que esa referencia son las formas platónicas (el fundamento metafísico de toda la realidad), que el mundo en su conjunto es en sí mismo un objeto sensible que puede ser percibido, que la realidad está organizada de acuerdo con fines en todos sus ámbitos, incluso en el ético, lo cual implica que la vida humana permite alcanzar la areté (o perfección). La vida humana apunta a un fin (la eudaimonia) que constituye el verdadero Estado de Bienestar, de realización y de compleción. Platón opera con todos estos presupuestos porque hay un gran metapresupuesto detrás: la confianza que tiene Platón en el lenguaje cotidiano, en el griego de su época. Piensa que el lenguaje es confiable y opera sobre esas bases. Y lo que termina demostrando Robison es que hacia el final de su vida tal vez Platón empezó a sospechar que el lenguaje era más equívoco de lo que inicialmente creía.
–¿Y el de Parry?
–Muestra cómo Platón es el fundador de un tipo de filósofo y de una manera de hacer filosofía: el filósofo persistente. Sobre todo a partir de Wittgenstein se habla del filósofo como un terapeuta del lenguaje que se ocupa de aclarar significados que no están claros a partir de los contextos. Pero para Platón está ínsito como deseo el llegar a conocimientos que no dependan del contexto. Este intento del filósofo, más allá de que se pueda o no alcanzar la verdad, es algo que está en el interior de todo el ser humano, y por eso es que persiste en esta búsqueda, se lo logre o no. El ser humano no lo puede evitar. Lo otro que forma parte de esta imagen de la filosofía es que, como esto es propio de todos los seres humanos, el que no realiza esta búsqueda se siente en realidad insatisfecho, porque lo que quiere encontrar es la verdad (lo sepa o no). Esta manera de concebir la filosofía toma cuerpo en la filosofía platónica.
–¿Y usted?
–Yo, en mi trabajo, traté de sintetizar algunos aspectos de la filosofía de Platón. La pregunta sobre qué es la filosofía para Platón para mí empieza analizando el significado de la palabra “filosofía” en griego. Como se sabe, es el combinado de “filo” y “sofía”: “filo” tiene que ver con el afecto que se puede sentir por algo y puede tener un sentido de deseo, de posesión; “sofía”, que después va a tener un significado muy específico de sabiduría, en su origen (en Homero) denota un conocimiento que puede ser incluso práctico (por ejemplo, el conocimiento de un carpintero). A medida que van apareciendo disciplinas (como la filosofía de la naturaleza, los tratados médicos, los tratados políticos), las obras de esas disciplinas caen dentro de la categoría de “sofía”. Sería algo así como la cultura hoy en día. La palabra “filosofía”, entonces, quería decir algo así como “interés por la cultura”: interés natural que tenían los atenienses, como menciona Tucídides en el discurso fúnebre de Pericles. Platón se apropia de ese término y le da un significado nuevo fundado en el significado original. La filosofía pasa a ser el deseo por alcanzar la sabiduría. Lo que yo sostengo es que además de ese deseo y amor, una vez que se concreta el contacto con la verdad, se intenta mantener una relación con ese objeto del deseo. Lo otro que quiero mostrar es que esto de conocer las ideas no tiene que ver con un desinterés por el aquí y el ahora: la filosofía nace por situaciones vitales perturbadoras del ser humano. Ese es el campo más fértil para que se ponga de manifiesto el deseo de la verdad. Y las situaciones que recorro son la angustia ante la muerte, la inestabilidad en la que nos ubica el hecho de ser sujetos deseantes... estas situaciones, que en general se evaluarían negativamente, Platón las evalúa positivamente porque despiertan el deseo por la sabiduría. Nos hacen hacer filosofía y, al mismo tiempo, al hacer filosofía se pueden encontrar respuestas posibles a estas situaciones humanas inevitables.
–Y en el resto del libro...
–Se habla sobre Kant, sobre Heidegger, sobre Leibniz. Pero me temo que se está quedando sin espacio.
–Así es. Los que quieran saber más tendrán que leer el libro.
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