martes, 27 de noviembre de 2007

Camino a casa


Atardecer invernal.

Me lo regalaron hace un rato, volviendo de Barcelona.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Catulo en Roma





Dame mil besos, luego cien, después otros mil,
después cien por segunda vez, luego hasta otros mil,
después cien.

Luego, cuando hayamos hecho muchos miles,

desordenaremos esos besos ...


Catulo
a Lesbia

domingo, 25 de noviembre de 2007

Lecturas: Elogio de la filosofía

El enigma de la filosofía (y de la expresión) es que algunas veces la vida es la misma delante de sí, delante de los otros y delante de lo verdadero. Esos momentos son los que la justifican. El filósofo no cuenta más que con ellos. No aceptará jamás anteponerse a los hombre, ni los hombres a él o a lo verdadero, ni lo verdadero a ellos. Quiere estar en todas partes a la vez, a riesgo de no estar jamás completamente en ninguna parte. Su oposición no es agresiva: sabe que eso anuncia a menudo la capitulación. Pero comprende demasiado bien los derechos de los otros, de lo exterior para permitirse cualquier usurpación, y, cuando está comprometido en una empresa exterior, si se la quiere arrastrar más allá del punto en que pierde el sentido que la recomendaba, su negación es tanto más tranquila cuanto que está fundada sobre los mismos motivos que su adhesión. De ahí la calma rebelde, la adhesión meditada, la presencia impalpable que inquietan en él.
Para volver a encontrar la función entera del filósofo, hay que recordar que aun los filósofos-autores que leemos y que somos jamás han dejado de reconocer por modelo un hombre que no escribía, que no enseñaba, al menos en cátedras del Estado, que se dirigía a los que encontraba en la calle y que tuvo dificultades con la opinión y con los poderes: hay que recordar a Sócrates.


Merleau-Ponty

sábado, 24 de noviembre de 2007

Palabras prestadas

Divinas palabras
Con ellas nos relacionamos con los demás e incluso con nosotros mismos. A través de sus combinaciones podemos encontrar lo que nos une a otras personas o todo lo que nos separa de ellas. Elegir la palabra adecuada en cada momento constituye una decisión mucho más importante de lo que puede parecer a simple vista.
Aquello que decimos o escribimos es mucho más que sonido o impresión: es construcción de nuestro universo. Ellas brindan además la posibilidad de significar toda experiencia, desde lo aparentemente banal hasta lo trascendente: nos ayudan a dar un sentido a la vida.
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”, dejó escrito Michel de Montaigne. Nos pertenecen a ambas partes en diálogo cuando éste es sincero, cuando la escucha es atenta, cuando hay voluntad de encuentro. En ellas nos encontramos y por eso nos unen, nos llevan al intercambio, a la relación, al encuentro. Y así es como nos hacen ver, sentir y crecer.
La palabra sorprende y emociona. Con ella podemos hacer alquimia interior: aliviar dolores, lidiar con las dudas, rabias y culpas, concluir duelos, sanar heridas, convencer miedos, soltar yugos, terminar quizá con esclavitudes interiores y exteriores: liberar y liberarnos.
Curiosamente, a quien más teme el dictador es al poeta. Por ello, el ser humano que pone voz a lo esencial, desde la desnudez, acostumbra a ser el primero en morir fusilado en el paredón o con un tiro por la espalda. Nada peor para el cínico, el perverso o el ególatra que el niño del cuento que proclama sin miedo y con la libertad que nace de la inocencia: “¡El Rey está desnudo!”. Pero ni las balas al alma ni el fuego a los libros pueden con la conciencia que se despierta gracias a la palabra nombrada.
Y no menos importante es aquel que acoge las palabras: el silencio, construido mediante la calidad de las palabras que en él hemos ido sembrando durante el tiempo en la relación con el otro.
Elegir las palabras adecuadas en cada momento es un ejercicio de conciencia y responsabilidad. Y puede marcar la diferencia entre el encuentro o la distancia y la destrucción que nacen de la inconsciencia. Éste es su gran poder. Palabras humanas: divinas palabras.
Álex Rovira 11/03/2007

lunes, 19 de noviembre de 2007

Memorias de Adriano





Mínima alma mía, tierna y flotante, hésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver ... Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos ...




Margueritte Yourcenar

domingo, 18 de noviembre de 2007

Domingo de teatro en Premià







Soleado pero fresquito. Teatro con títeres y auditorio multirracial en Premià, incluyendo a la vendedora de globos rumana pensando, a lo mejor, ¿qué estoy haciendo aquí, tan lejos de casa?




Parque de Horta, con alegorías de la mitología griega, bosque, fuentes y los colores del otoño.

Domingos en Barcelona




Plaza Cataluña, otoño con flores, palomas y niños. Y gente de todo el mundo, locales y visitantes.