¿Por qué llaman antisistemas a quienes se manifiestan de forma pacífica por no perder sus derechos mientras ellos legislan para destruir todo lo construido hasta ahora? ¿Por qué llaman extremistas a quienes claman contra la banca mientras ellos impulsan, sostienen y defienden a los autores materiales de esta crisis?
¿Por qué llaman violentos a quienes abogan pacíficamente por una educación y sanidad gratuitas y de calidad mientras ellos ningunean a estudiantes, inmigrantes y a pensionistas? ¿Por qué llaman perroflautas a quienes muestran la realidad mientras ellos se disfrazan con corbatas y máscaras para ocultar sus sádicas intenciones?
¿Por qué llaman vagos a quienes no pueden trabajar o no van a poder estudiar mientras ellos no hacen nada, absolutamente nada, por impulsar la creación de empleo o mejorar la calidad de la educación? ¿Por qué son tan miserables quienes utilizan todos los medios y recursos a su alcance para ningunear a esta sociedad y generar una brecha social propia de una república bananera?
¿Por qué se disfrazan de Hernán Cortés cada vez que tienen que solucionar un conflicto diplomático? ¿Por qué tienen la desvergüenza de autoproclamarse adalides de la lucha por los derechos de la mujer mientras cercenan su acceso al mercado laboral y, sobre todo, el derecho a decidir por sí misma en aquello que le concierne directamente?
Señores que gobiernan, están jugando con fuego, se están acercando a esa línea que nunca nadie debe volver a rebasar, así que tengan cuidado y revisen sus actuaciones, porque presumir de menosprecio es muy peligroso, y puede que la indignación social, aún comedida, le pierda el respeto a la amenaza de los mercados y, sobre todo, a su sumisión interesada ante ellos.
¿Por qué llaman violentos a quienes abogan pacíficamente por una educación y sanidad gratuitas y de calidad mientras ellos ningunean a estudiantes, inmigrantes y a pensionistas? ¿Por qué llaman perroflautas a quienes muestran la realidad mientras ellos se disfrazan con corbatas y máscaras para ocultar sus sádicas intenciones?
¿Por qué llaman vagos a quienes no pueden trabajar o no van a poder estudiar mientras ellos no hacen nada, absolutamente nada, por impulsar la creación de empleo o mejorar la calidad de la educación? ¿Por qué son tan miserables quienes utilizan todos los medios y recursos a su alcance para ningunear a esta sociedad y generar una brecha social propia de una república bananera?
¿Por qué se disfrazan de Hernán Cortés cada vez que tienen que solucionar un conflicto diplomático? ¿Por qué tienen la desvergüenza de autoproclamarse adalides de la lucha por los derechos de la mujer mientras cercenan su acceso al mercado laboral y, sobre todo, el derecho a decidir por sí misma en aquello que le concierne directamente?
Señores que gobiernan, están jugando con fuego, se están acercando a esa línea que nunca nadie debe volver a rebasar, así que tengan cuidado y revisen sus actuaciones, porque presumir de menosprecio es muy peligroso, y puede que la indignación social, aún comedida, le pierda el respeto a la amenaza de los mercados y, sobre todo, a su sumisión interesada ante ellos.
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