sábado, 24 de marzo de 2012

Luna de la cosecha: 8 de marzo en el hemisferio sur


Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices[1]

Es la luna llena más cercana al equinoccio de otoño. Su salida con escaso retraso día tras día, hacía posible que los agricultores extendieran su trabajo durante las cosechas, por eso su nombre, luna de la cosecha, del vino, de la fruta, de la cebada, del maíz, luna de la llamada del alce. Su apariencia es más grande de lo habitual por su cercanía al horizonte, de una tonalidad dorado-rojizo.
Desde la Antigüedad los pueblos agrícolas multiplicaron los rituales en torno a ella para darle la bienvenida y atraer una nueva prosperidad, se la consideraba la luna más poderosa del año. Las fiestas populares más célebres de esta época son las de la vendimia.
En la antigua Grecia, como parte de los misterios eleusinos, las sibilas comían frutos como la granada, símbolo de la diosa griega Perséfone, quien en otoño fue raptada por Hades para ser liberada en primavera. Se dice que los druidas llamaban a este día Mea’n Fo’mhair, honraban a la deidad del bosque y ofrecían libaciones de sidra y vino a los árboles. La religión wiccana moderna ha bautizado el equinoccio de otoño con el nombre de Mabon, dios galés del vino.
La recogida de cereales como el trigo, el maíz y el arroz ha también sido objeto de ciertas costumbres mágicas. La más extendida consiste en fabricar con los últimos haces de espigas o de gavillas de maíz y de arroz unos muñecos –hembra y macho– y llevarlos a la casa donde, colgados del techo de la cocina, servirán de talismanes de la suerte para la próxima temporada. Es una tradición que sigue observándose en la Europa anglosajona, donde se adorna el hogar con espigas secas y maíz coloreado.
[1] La noche boca arriba, J.Cortázar

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