sábado, 24 de marzo de 2012

Joseph Conrad.


<< La travesía había empezado, y el barco, un fragmento desgajado de la tierra, seguía avanzando, solitario y veloz como un pequeño planeta. A su alrededor, los abismos del cielo y el mar convergían en una frontera inalcanzable. Una inmensa soledad circular se movía con él, siempre cambiante y siempre idéntica, siempre monótona y siempre imponente. De vez en cuando, otra errabunda mota blanca cargada de vida aparecía a lo lejos... y volvía a desaparecer, absorta en su propio destino. >>

Joseph Conrad.
El negro del Narcissus (1897).

No hay comentarios: