domingo, 8 de julio de 2012

El discípulo.

-¿Era hermoso Narciso? –dijo el remanso. 
-¿Quién había de saberlo mejor que tú? –respondieron las ninfas-. A nosotras siempre nos desdeñaba, pero a ti te cortejaba, y solía recostarse en tus orillas e inclinarse a mirarte, y en el espejo de tus aguas reflejaba gustoso su belleza. 
Y el remanso respondió: 
-Pero yo amaba a Narciso porque, cuando recostado en mis orillas se inclinaba a mirarme, en el espejo de sus ojos veía mi propia belleza reflejada. 
Oscar Wilde.

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