Amo a esta ciudad. La amo nostálgicamente. Quizás porque la conocí de grande o por la intensidad con que la recorri estos años o porque, dentro de poco, la tendré que abandonar (jamás como se abandonan los zapatos viejos Sabina dixit).
Agradezco disfrutar de cualquier viernes como este, ya de noche, caminando, tomando un café, visitando una librería, siempre con la máquina de fotos a mano, siempre regalándome un toque de magia y de poesía que reconforta el espíritu.
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